Atrás había quedado su historia de desencantos y problemas en Barcelona. En el olvido había quedado su paso por el Culé, que terminó yéndose por la puerta chica, rescindiendo contrato de mutuo acuerdo, con el poder en contra. Relegada quedó también la expectativa de los ojos del mundo, posados en el Joven Maradona que conquistaría Europa en su primera experiencia internacional.

Finalmente, en 1984 las cosas arribaron en un buen puerto, precisamente al Sur de Italia, En la ciudad de Nápoles. En la región históricamente más popular, la más pobre, y la parte más degradada social y culturalmente de toda Italia.
El jugador más importante del mundo fichaba por el Napoli por un club popular y luchador, acorde a la economía de su región. Un club que lo envolvía la gente humilde y trabajadora, completamente distinto al Glamour del norte de Italia, sus billeteras llenas y los clubes más dominantes como Milán, Inter y Juventus. En un Calcio que era la mejor liga del mundo por entonces.
Y Diego llegó a un lugar que lo hacía acordar mucho a su casa y sus orígenes. Algo así como volver a Fiorito, siendo Pelusa y vivir el sueño de llegar a la Primera del Bicho, a reencontrarse con el hambre de gloria y algo por qué pelear en Europa una vez más, luego de una mala pasada.

“𝐐𝐮𝐢𝐞𝐫𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐯𝐞𝐫𝐭𝐢𝐫𝐦𝐞 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐢́𝐝𝐨𝐥𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐢𝐛𝐞𝐬 𝐩𝐨𝐛𝐫𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐍𝐚́𝐩𝐨𝐥𝐞𝐬, 𝐩𝐨𝐫𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐨𝐧 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐞𝐫𝐚 𝐲𝐨 𝐜𝐮𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐯𝐢𝐯𝐢́𝐚 𝐞𝐧 𝐁𝐮𝐞𝐧𝐨𝐬 𝐀𝐢𝐫𝐞𝐬”.
De entrada, las expectativas depositadas en el astro eran muchas. En este nuevo desafío el 10 tenía esa cierta presión de hacer grande a un club chico y pelear contra los verdaderos grandes y ricos. Pero eso no era todo, tenía que lidiar también con el prejuicio, la soberbia y el estigma que los poderosos del Norte tenían contra el Napoli y el Sur. El zurdo cargaría en su lomo las ansias no solo de un equipo, sino las de un pueblo dolido que creía en él.
Diego llegaba al humilde Napoli, que en sus 53 años en Primera División del calcio, nunca había logrado conquistar el Scudetto. Y es más, se sumaba a un equipo que no peleaba los primeros puestos de su torneo en absoluto, sino que pelaba por no descender. Ya eran muchas cosas que se ponían en juego de cara a su llegada.
Además desde la dirigencia, presidida por el Inteligente Corrado Ferlaino, hicieron un esfuerzo enorme para desembolsar cerca de 11 millones de Euros para ficharlo en diversos pagos. Él mismo presidente, se había enterado la disconformidad de Diego en Barcelona, mientras arreglaba un amistoso contra el culé para engrosar la caja, y en Junio de 1984 luego de muchas idas y vueltas, y presiones del mismo Diego para irse, se consumó su transferencia al equipo celeste.
La presentación de la nueva estrella fue en un San Paolo fervoroso como el cercano Vesubio. Con más de 80.000 corazones napolitanos que se transformarían en devotos al 10, en una historia de amor e idolatría que todavía no tocó pelota alguna.

Una verdadera revolución fue lo que causo Maradona en ese estadio un 5 de julio de 1984, que levantó los brazos ante una multitud increíble rendida a sus pies, con canticos de todos los codos, globos, banderas alusivas, pirotecnia y ofrendas. Hubo palabras por parte del crack para la prensa y para la gente y después hubo lugar para la magia y los jueguitos, para poner el sello de seducción, tiró la pelota a la tribuna como primer regalo, una devolución. El césar no era más de Roma, ya atendía en Nápoles.

Su primer partido con la casaca del elenco partenopei fue un amistoso meses después en Agosto, nada menos que contra River, un empate 0-0 en un San Paolo que empezaba a frecuentar las misas los fines de semana. Por su parte el debut oficial, y el comienzo real del sueño se produjo el 16 de septiembre del mismo año contra el Verona.
En su primer temporada no se lograron grandes cosas y los resultados no primaron, se destaca un Hat trick contra la Lazio a mediados de torneo. Napoli estuvo mejor y resguardado pero seguía sin pelear por nada mientras que Pelusa ya daba que hablar siendo el tercer mejor artillero de Italia con 11 tantos.
Continuo asentándose el y el primer equipo, con mejores refuerzos, lograron el mejor rendimiento del Napoles para la temporada 85-86 siendo terceros, en la previa al mundial de Mexico.
Para la próxima temporada Maradona, ya siendo campeón del mundo en el ´86, era como un dios en figura humana dentro del campo de Juego, y estaba claro que iría por todo con su equipo como gran objetivo en esta revolución y en esta misión de poner al sur en el mapa.
Y vaya que lo logró, con un actuar descollante e imponente, significó un completo valuarte para hacer historia pura en la temporada 86/87 en la obtención del Primer Scudetto en la historia de la institución que le dio su infinita gratitud. A su vez, para hablar de pisar fuerte, fue el máximo goleador del torneo con 10 tantos.

Como si la alegría de llegar a la cima de la meca del futbol no fuera suficiente, también ganó la Coppa Italia, haciendo doblete ese año. Ese doblete no solo lo habían logrado 3 clubes nada más en toda la historia, y nunca uno del sur.
En su cuarta temporada, su Napoli era una aplanadora, contaba con el complemento de Careca y Giordano, en un tridente para el deleite. Sin embargo, pese a estar firmes arriba casi todo el torneo, fueron subcampeones en las manos del Milán, con quien justo perdieron en la recta final de lo que pudo haber sido un bicampeonato para la historia. Maradona otra vez goleador con 15 tantos.

Al Diez se le vino la sangre en el ojo, figura indiscutible dentro y fuera de la cancha ya, ciudadano ilustre de la ciudad de Nápoles, se hizo cargo de la situación una vez más. Para la temporada 88/89 fueron subcampeones a costa del Inter, por 11 puntos de diferencia. Pero la fiesta vendría al ganar la Copa UEFA de tal edición y poner al sur, saltando al plano europeo y consagrándose en un título internacional, algo inédito.
La algarabía y el enamoramiento de la gente con Maradona para ese entonces era una situación casi sin precedentes. Era una entrega pura y total de amor hacia el 10 que en la cancha daba y recibía amor, con goles, gambetas, guapeadas y saludos afectuosos al hincha. Es por eso que para la temporada 89/90, se cumpliría una vez más el logro que tanto se ansiaba, el mostrar que el Scudetto ganado no fue suerte ni casualidad… y Maradona y su Napoli conquistaron la Serie A nuevamente en el 90, dos fechas antes del cierre, dejando como escolta nada menos que al Milán, que ha traído sus dolores de cabeza en el pasado.

La mancha negra la puso un doping por drogas en el año 1991, con una suspensión de 15 meses por parte de la Federación Italiana. La misma puso fin a su ciclo en el club, pero no a la historia dulce que tienen los hinchas y el diez.
En su querido Nápoles, jugó 259 partidos, anotó 115 goles y brindó 78 asistencias en 7 temporadas disputadas. Conquistó 5 títulos (Serie A 1986/87- Copa Italia 1986/87- Copa de la UEFA 1988/89 Serie A 1988/89 Supercopa 1990)
En resumen, Maradona en Napoli, es hablar de sentimientos compartidos, donde la adversidad rompía barreras y el celeste primó con amor y carisma. Maradona es Napoli, y Napoli es Maradona. Entonces Nápoles, se podría considerar como la ciudad del Vaticano por fuera de la Argentina, en un estado independiente.
Tal es así que en pleno mundial del 90, el destino diría que la local Italia se vea las caras con la Argentina de Maradona en la semi. Nada menos que en el viejo llamado San Paolo, donde diego le puso gloria a un Pueblo, un pueblo que hinchó por Argentina pese a estar en suelo italiano, enfrentándose a su patria. Un amor sin fronteras, que hoy no tiene final, ni por parte de Diego, que hoy ya no está, ni por parte de los tifosi, cuyos corazones siguen cantando y latiendo al ritmo de “Oh visto Maradona”.