Una jornada perfecta en Núñez, en el regreso del público Millonario. Fue triunfo del equipo de Marcelo Gallardo 2-1 ante Boca y quedó como puntero provisorio. Julián Álvarez, la gran figura al anotar dos goles. Carlos Zambrano descontó para el Xeneize, que mostró una imagen apática y jugó con diez 75 minutos por la expulsión de Marcos Rojo.
Era un día perfecto. Una tarde perfecta. El reducto de Figueroa Alcorta y Udaondo volvía a ser como la de las grandes tardes. Unos 35.000 privilegiados iban a ser parte de el primer Superclásico de la nueva normalidad y era una gran posibilidad para que el público de River vea al equipo de Marcelo Gallardo peleando por el título y nada más y nada menos que ante el eterno rival, Boca.
Y el Millonario no defraudó para nada a esa hinchada que esperó más de 500 días para verlo en su casa. Porque no tuvo ningún tipo de contemplaciones para jugar un partido de estas magnitudes y supo como reducir a su rival. Y ayudó en parte la expulsión de Marcos Rojo, a los 16 minutos de juego (una segunda amarilla sacada por Fernando Rapallini que fue un tanto polémica) y en el que Sebastián Battaglia no supo como sobrellevarlo, ya que sacó a Edwin Cardona y puso a Carlos Zambrano para rellenar el hueco que dejó el ex Estudiantes de La Plata en defensa.
Ese fue el quiebre, con un River incansable en ataque y un Boca que pensó en no perder. A los 24 minutos, Julián Álvarez la empezó y la terminó, con una parábola inatajable para Agustín Rossi para la apertura del marcador.
La visita quiso esbozar una leve reacción a través de un remate de media distancia de Luis Advíncula, pero este se fue por encima del arco que defendió Franco Armani. Desde allí, pasaron casi 70 minutos de apatía Xeneize, en donde las dos líneas de cuatro estuvieron bien marcadas (Orsini de punta), las imprecisiones estuvieron a la orden del día y las pocas ganas de arriesgar (RARO EN UN SUPERCLÁSICO) se hicieron notorias. El local, en tanto, perdió por lesión a Braian Romero y entró el colombiano Jorge Carrascal, para darle aún más fluidez a un mediocampo y a su vez, ayudar a Álvarez.

Y así fue: esta fluidez se tradujo en presión alta. Una mala salida de Rossi desde el arco, una recuperación en la mitad de campo de Milton Casco, que anticipó a Agustín Almendra y abrió la pelota para Santiago Simón y este vio al cordobés de Calchín que ampliaba su cuenta y la de su equipo sobre el final de la primera mitad.
En el complemento, Ezequiel Rolón y Cristian Medina entraron para reforzar una mitad de cancha boquense que perdía por goleada. Almendra y Diego González perdieron su lugar. A pesar de eso, el local manejaba a placer el partido y hasta los cambios parecían funcionarle al Muñeco, todo lo contrario a lo que pasaba con Battaglia. Benjamín Rollheiser entró por Agustín Palavecino (lesionado) y supo cuajar en el planteo local rápidamente. Es más: las chances fueron en aumento y el local perdonó varias veces, como el increíble gol que Carrascal se perdió mano a mano ante la salida de Rossi, un remate de Santiago Simón y la tijera de Fabricio Angileri que pegó en el palo. EL 2-0 EMPEZABA A SER UN RESULTADO BASTANTE CORTO…

El DT Xeneize metió a dos juveniles y revulsivos a 15 minutos del cierre, como Aaron Molinas y Luis Vázquez. Las ganas y las intenciones del visitante por volverse a meter en el partido parecían aparecer, pero llegaron sobre el final. Estos dos jugadores se entendieron y generaron la única jugada de peligro en el segundo tiempo, cuando se jugaba el descuento. En el córner siguiente, el peruano Zambrano ganó de cabeza, Armani no pudo sacarla y así Boca descontó en la última jugada.
Solo quedaba tiempo para sacar del medio y Fernando Rapallini decretó el final. River y sus 35.000 (en principio, ya que se apreció que hubo más de esa cantidad) hinchas desataban el festejo de haber ganado el primer Superclásico de este 2021, tras cuatro empates y en el que los dos últimos perdieron por la vía de los penales.
Además, era la primera vez en 11 años en el que el dueño de casa se quedaba con los tres puntos ante su eterno rival (1-0, gol de Jonathan Maidana, jugado un martes por la noche) y llegaba al sitial mas alto de la tabla hasta que Talleres juegue este lunes. También hubo tiempo para el reconocimiento al gran estratega Millonario, Marcelo Gallardo, que se retiró ovacionado y hasta pidieron que se quede para siempre. El Muñeco buscará en estas 11 jornadas saldar la gran deuda que le falta: un torneo local.

A destacar, más allá de Julián Álvarez, el trabajo de dos enormes volantes, uno con experiencia y otro que pareció tener un trajín importante más allá de sus 19 años y su primer Derbi: Nicolás de La Cruz y Santiago Simón. El uruguayo fue incansable, se filtró por todos lados y la defensa Xeneize lo padeció. En tanto, el juvenil mostró por la banda derecha su picardía y su personalidad para mostrarse, encarar y no apichonarse.
La visita fue un equipo de pocas luces, en el campo y fuera de él. Era la posibilidad de mostrar a aquellos juveniles que Battaglia dirigió en la Reserva y promovió a la Primera y prefirió poner a gente con experiencia, que finalmente no estuvo a la altura. Cuando quiso hacer cambios, o no le funcionaron o se acordó tarde. A la hora de jugar, todo se traducía en pelotazos y jugadas intrascendentes.
Fue 2-1. Un resultado, a título personal, bastante mentiroso, porque River mereció por lo menos hacer uno más manejando sus tiempos a placer y porque Boca fue con vergüenza deportiva y consiguió un tanto de la galera. En Núñez todo es alegría. En La Boca, todo es preocupación.